Un millón como tú

No te conocía y pareciera que durante más de 10 vidas habías sido mi alma gemela”. Hoy, estaba sentado en el techo de mi casa, mientras las travesuras de mi perrito me distraían de toda mi realidad, escuché un grito en la cochera, corrí lo más rápido que pude para saber cuál fue el motivo de tan repentino sonido, al llegar al origen de dicho grito, me quedé sin palabras, pues solo veía cómo los policías llevaban a mi hermano a su camioneta para tenerlo con ellos por 3 días. Y es que, no lo había dicho, pero mi hermano Salvador, durante los últimos meses, tenía comportamientos muy agresivos con mi madre, desde la muerte de mi abuela, nada había sido igual. Mi mamá tomó la decisión, con todo el dolor de su corazón, de llamar a la policía, pues el miedo de que me atacara y me lastimara, era muy grande. Y ahora, aunque se sentía segura, sus ojos estaban a un parpadeo de dejar caer sus lágrimas. Buscaba un refugio en los brazos de mi padre, sin embargo, él también  tenía un comportamiento diferente, al principio creía que era debido a todos aquellos problemas que aquejaban a mi madre, no quise hacer nada y solo subí una vez más al techo para estar con Canelo (así se llama mi perro).

            Pasaban tan rápido, y al mismo tiempo, los días, eran tan lentos. Al final de cuentas tenía 12 años, y me cuestionaba: ¿qué debería estar a mis 12 años? ¿Jugar con mis amigos o pensar noche tras noche cómo mis padres podrían estar felices? Porque todos lo sabían menos yo, sí, mis padres iban a separarse. Explícale a un niño qué hizo mal para sufrir tanto en su corta vida. Busqué una solución, ya era demasiado tarde, solo me quedaba ver partir al hombre que tanto admiré detrás de ese camión.  Decidí quedarme con mi madre, prometiéndome a mí mismo que jamás la dejaría sola, a pesar de cualquier circunstancia estaríamos los 3 juntos: Canelo, ella y yo. La familia más hermosa que me pudieron haber dado. Empecé a preocuparme por cómo ayudar a mi madre con los gastos de la casa, porque además de dejarnos, mi padre no hizo ni una sola llamada para saber cómo estaba su hijo. A ese punto, ya no tenía tiempo para lamentarme ninguna pérdida, debía seguir y seguir…

Pasé 2 años de esa forma, hasta que en secundaria las cosas pintaban un poco mejor, siempre había sido un buen alumno, con mis logros le trataba de regresar un poco a mi madre, un poco de lo que día a día hacía por mí.

Dicen que todo lo bueno y lo malo, se refleja en la vida de una persona, y es que aunque mi madre me adoraba infinitamente, mi corazón me hacía sentir que le faltaba mucho amor. Traté de buscar ese amor en unas cuantas relaciones juveniles, la verdad, no estaba tan mal, jamás fui guapo, por lo que confirmo, “verbo mata carita”. Conocí a muchas personas, con la mayoría de ellas nació un amor muy grande, amores pasajeros, de esos que inician con la Luna y terminan con el Sol.

En ese intervalo de mi vida, conocí a una chica, su nombre era Alejandra, tenía algo especial, su pelo rizado al natural, su estatura, su forma de hablar, creo que fue la primera vez que aterricé en mi mundo, al mismo tiempo, volaba en las estrellas por lo que estaba sintiendo por vez primera. Solo que, en ella vi algo que me espantaba pero me encantaba, con ella cometí uno de esos errores que jamás se olvidan, la primera vez jamás se olvida. No duró mucho, al igual que todas mis relaciones anteriores, y cuando terminamos llegó una carta de ella hasta a mí, quisiera no saber qué significaban sus palabras, sigo tratando de superarlas:

-“Sé que cuatro semanas parecen poco, no sé cómo mentirme, su amor existió en el primer segundo, los dos lo sabemos, fuimos quien lo pudo haber traído a este mundo, tuve que tomar una decisión, por el bien tuyo y mío, la doctora me aseguró que aún no sentía, así que no sufrió”.

Fue difícil ese lapso, pero como ya sabía, no tenía tiempo para lamentarme y traté de seguir, de nuevo, solo quedaba seguir y seguir.

            Después de Alejandra, ya no buscaba nada, me encontraba contento con lo mucho o poco que tenía. Había conocido a un grupo de amigos que se convirtieron en mis hermanos, ellos me sacaban incontables veces de todos los problemas que me podía encontrar, cada quien encajaba perfectamente con los estilos de los otros.

            Un día como cualquier otro, hablaba con uno de ellos, Félix, intercambiábamos unas cuantas ideas, salió a la conversación una chica, era una gran amiga:

-¿Te gusta Sofía? Ya no lo niegues.- me cuestionó como si supiera que sí.

-Es raro, la veo diferente, pero no, es que, no sé, tiene novio.

-Hacemos que terminen, no te preocupes.

-Me gusta la idea, pues, sí, sí me gusta, sin embargo, no lo haremos, es feliz, y como su amigo soy feliz.

            Pasó el tiempo, sonará a destino, ella y su novio terminaron, de cualquier manera, en ese preciso momento, no quería nada, ojalá mis decisiones durarán más tiempo, unos meses después le confesé todo, me rechazó. Mi orgullo no lo permitiría e hice muchas cosas por conquistarla, me enamoré demasiado de ella. En general, era maravilloso, no obstante, en el juego de complicaciones que hubo, me dañé mucho, realmente estuve a nada de rendirme. Fue algo muy significativo que el día de mi cumpleaños empezó formalmente, nuestra relación.  Yo creía ser bueno con ella, la procuraba, todo el tiempo que podía se lo brindé, pensé que ella entendía que yo iba a estar incluso cuando otros no. Dolió que terminara conmigo el 14 de Febrero, yo no quité el dedo del renglón hasta que pudimos regresar. Resultó muy raro todo, pues este patrón de terminar y regresar se repetía, como un proceso infinito, un cuento de nunca acabar. Disfrutaba demasiado los buenos con ella, me hacía muy feliz, pero así como me subía al cielo me dejaba caer sin compasión al suelo. Prontamente, mi corazón se cansó. Y he aquí el inicio de una larga y complicada historia.

            Al mismo tiempo que sufría en la relación con Sofía, los problemas en mi casa estaban al por mayor, prácticamente hubo días en que ni siquiera un plato de comida se encontraba, muchos de esos días, me quedaba a dormir en casa mis amigos, buscando evadir cada uno de mis demonios. Mi mamá enfermaba con frecuencia, tenía mucho miedo, a pesar de todo no tenía la madurez para sacar adelante un hogar. Cuando fallecieron mis abuelos, dejaron la casa a nombre de mi hermano y mío, él buscaba venderla porque quería dinero para irse de viaje y salir a disfrutar, yo solo necesitaba con qué darle una vida digna a mi mamá. Y en el momento que más requería el cariño de alguien, tuve, por un lado, la ignorancia del amor de Sofía, y por otro lado, tenía a una niña que había conocido dos semanas antes de empezar mi fructuosa relación, su nombre era Tania.

            Era muy buena amiga, consejo a consejo me sacaba de mi realidad, me daba esperanzas y me llevaba a creer, algo que en mí ya no era común. La quería demasiado, como una amiga, realmente solo la veía así, pero el corazón a veces traiciona. Me enamoré de esa preciosa niña, no lo digo por su físico, sino por su forma tan única de ser. Sin embargo, aún seguía en la relación con Sofía, no sabía cómo terminar lo que me había costado tener, aunque yo no sentía lo mismo, ella sí, tenía miedo de lo malo que podía llegar a ser si la dejaba sola. Era un conflicto conmigo mismo, mi felicidad o la de ella.

            No supe cómo resolverlo, para mi suerte, había una oportunidad muy real con Tania, yo pensé en tomarla, ¿cómo dejar ir lo más bonito que has conocido? Ya había hablado con mis amigos de lo que haría, tenía todo preparado. La decepcioné… Me decepcioné. Preferí secar las lágrimas de Sofía y dejar ir junto con mi felicidad a Tania. Dejé todo, siempre pensé que evitar el dolor de otra persona sería lo mejor que podemos hacer como seres humanos, en esa ideología se fue mi felicidad.

Encontré a una niña excelente, mi mejor amiga, Julie. Jamás me ha gustado, ni nada relativo, pero ella me ha enseñado muchas cosas en el tiempo que la he conocido, me hizo valorar lo que tenía, me demostró que el amor es puro y si no es así, no es amor, me llevo a hallar una estabilidad en mi vida. Después de un tiempo, pude terminar al final con Sofía, ya no era momento de nada. Solo me quedaba estar solo.

Seguían corriendo los días, las enseñanzas con Julie me hicieron notar que, aunque ya no tenía oportunidad con Tania, era mi más grande, y jamás se lo pude demostrar, me gustaría regresar el tiempo para estar con ella, dejar de lado toda duda, y solo dejarme llevar por el amor. Soy culpable del tiempo perdido, mi promesa se fue con una canción, por mi mala decisión. Juraría no soltar sus manos, y por ella, las mías pondría en fuego, quisiera explicarle cada signo de interrogación, para que me mire tal y como lo hacía.

Tuve la dicha de salir con ella de nuevo. Salimos. Yo iba con esperanzas de nada, solo quería un abrazo, el cual pediría al final. Llegué más temprano que ella, y estuve esperando en la entrada del centro comercial donde nos veríamos. En cuanto llegó, le envío un mensaje a un amigo, y le dije «Se ve hermosa», me hice el tonto con el teléfono, sin embargo sabía que estaba a pasos de mí, escuché su voz, la vi, y me dijo «te extrañé mucho», y me abrazó. Ya no esperaba nada, mi deseo había sido concedido. Caminamos a dulcería, compramos, sí, compramos, ella me ayudó a pagar. Solo que hubo un problema en y no servían las máquinas de refresco, por lo que le dije que tenía una idea, llevaba mi suéter, le pedí se lo pusiera y que ella metiera  refrescos. En cuanto se lo puso, ¡Wow! Se veía esplendorosa. Me imaginé tantas cosas. Le tomé 2 fotos, procedimos con el plan y entramos a la sala. Estábamos ahí sentados, y me le quede viendo, con mis ojos totalmente perdidos en su rostro. A mitad de película empezamos a jugar con nuestras manos, seguido de ello, yo le hice cosquillas, y, por la posición, quedamos casi abrazados, le tomé la mano disimuladamente, pasé 2 minutos hermosos.

 Antes de partir a su casa, se sube al carro y se sienta, y estando de su lado, me arrodillé ante ella para pedirle perdón por esa vez que jamás he olvidado, pero estaba de más. La dejé en su casa, se bajó tan rápido que no reaccioné, solo noté que ella no había recordado que tenía mi suéter puesto aún, se lo dejé…  Y la verdad, siempre estaré para ella si quiere intentarlo y si tiene alguien más la apoyaré. Reflexioné, sí, estoy perdidamente enamorado de ella, siempre diré que sí a un futuro a su lado.

Mis amigos me dicen que hay un millón como ella, pero si fuera así por qué sigo esperando sus mensajes, por qué la encuentro como la más hermosa niña que he conocido, tal vez por toda la eternidad esté destinado a ver desde mi perspectiva, que ella sea feliz con otras personas, con tal de que ella tenga una sonrisa, esa magnífica sonrisa, mientras vea sus ojos relucir de felicidad, escucharla hablar maravillas de la vida, no importa si es conmigo o con alguien más, merece ser feliz. Debe ser que al final, no hay nadie como ella, ella es la más especial. Me encanta cómo cree que el mundo es tan banal, su personalidad es como la de nadie más, es franca, dice las cosas como son, me hace entender que un toque de niñez e inocencia no hace daño, su voz es hermosa, me derrite cada que la escucho cantar, no dudo que un día gane un Nobel de la Paz. Su pelo le va tan bien, con la silueta de su cuerpo y el color de su piel. Ahora usa lentes, quisiera decirle lo hermosa que se ve. Y si no puedo estar con ella, no estaré con nadie, pues no hay nadie como ella.

Corazones rotos

Por las mañanas de estos días, he visto como el cielo se niebla, puedo decir que no hay dolor que mienta, así como que el amor es un sentimiento que mengua. Me di cuenta que nada es para siempre, así como la luna se escapa en la madrugada, no tardará mucho en llegar el amanecer, volverá la rutina de cada mañana. Con valor y sin miedo a caer, vi necesario dejarte ir, ya que cada beso que quería sentir, solo parecía romper.  Mis reflexiones me pedían seguir, porque jamás imaginé una vida sin ti, de pronto pensé, en el amor no se debe pedir, mucho menos dar y no recibir. Creía que todo en la vida era lleno de luz y color, sobre todo lo intenté creer por el reflejo que daba, desde mi perspectiva, el amor. Pareciera que todo el mundo está lleno de corazones rotos, y que lo que siento yo, son sentimientos vacíos y tontos. Es imposible verte sonreír, yo me prometí intentar hacerte feliz, pero dejé de esperar cosas de mí, cuando te vi confiar en todos, y yo sólo confiaba en ti. Pareciera que todo el mundo está lleno de corazones rotos, y no tanto por falta de amor, sino porque cuando lo tienes, no le das valor. Pareciera que todo el mundo está lleno de corazones rotos, que solo soy un singular que no encontrará su par, justo hoy me detuve a estar solo mientras tú ya estabas feliz en otro lugar, pareciera que todo el mundo está lleno de corazones rotos, tan solo por el miedo a entregar. 

Métrica sin sentido

¿Alguna vez te has preguntado, por qué el amor duele?
Probablemente sea a causa de la distancia
¿Te has dado cuenta que pierdes solo lo que en verdad quieres?
Quizá sea por las distintas y graduales importancias

Es difícil ver a un amigo sufrir por cómo una mujer le rompió el corazón,
resulta imposible decirle a una persona que alce la voz por el dolor que le están causando, ver a tu madre cansada por cómo el tiempo la ha de tratar, explícale a tu perro que no le puedes dar todo tu día pues los segundos te pueden traicionar, enséñale a esa mujer el problema de matemáticas por el que se esforzó y jamás entendió.